Por
José
Luis Vintimilla Granda, Luis Miguel Pizano & Juan
Sebastián
Moreno
On Monday, October 12, 2020,
Principal David Barragán presented Al Borde’s work virtually for the Columbia GSAPP network. After this lecture, Patio invited David to join us in a brief conversation. We discussed Al Borde’s project approach across media, as well as his thoughts on the formal versus the informal, tensions between theory and practice and the challenges of translating architectural ideas across audiences. The conversation was carried out in Spanish, and we present it in its original language.
![]()
1. JL:
Actualmente estamos viviendo las consecuencias de haber atravesado épocas de industrialización acelerada, con un derroche de recursos que ha saturado al ser humano. El despertar que le ha seguido a este proceso conlleva un momento de purificación y evolución. Así mismo, Al Borde ha transformado su filosofía de “Menos es todo” en un credo. Al Borde busca situaciones desfavorables y aplica soluciones que posteriormente mejoran las condiciones de vida de los usuarios, usando recursos locales existentes, tanto en materialidad como en mano de obra. Al Borde, como describe David en la conferencia, ha hackeado el sistema tradicional de hacer arquitectura en el cual llega el cliente y le dice al arquitecto qué hacer. Al contrario, esta práctica busca oportunidades que están escondidas. Y se podría decir que están optimizando recursos para hacer arquitectura, ya que sus obras muestran libertad sin dejar de ser rigurosas, pues son muy honestas con su contexto y son una expresión muy auténtica de sus usuarios.
¿Qué está generando Al Borde? ¿Una cultura de trabajo?
AB:
Me parece difícil plantearlo de esa manera, pues me toca asumir un rol que genera una postura piramidal. Esta postura me obliga a ponerme arriba, sentirme superior y plantearme lo que hago yo con mi obra para la sociedad. Como oficina tampoco nos gusta decir “esto es lo que hacemos para la sociedad”. A nosotros los cuatro nos da un miedo atroz de abordar preguntas así.
Luego de 14 años de práctica se comienzan a leer esas definiciones desde afuera, pero preferimos que el que está afuera busque esas definiciones lea ese impacto. Nuestra visión probablemente puede ser leída como hedonista. De hecho, unos amigos dicen que obviamos y hacemos todo lo posible para darnos vueltas y nunca definir las cosas. Hasta cierto punto, tienen razón. El proceso de definición nos genera demasiada incomodidad pues lo que está definido hoy va a estar caduco mañana.
Al contrario, nuestra visión viene de querer estar bien. Me hace feliz que puedo llegar a mi ciudad el domingo por la noche porque el lunes voy a la oficina, y ahí está un espacio a lo que yo llamo oficina, la cual maneja proyectos que me gustan hacer, con una cantidad de gente de la cual estoy rodeado. Es importante que ese equipo base esté feliz, que nos guste lo que hacemos y que disfrutemos la vida. Esa sensación hace que nuestras acciones se contagien.
Es como cuando estás en el avión y las máscaras de oxígeno caen. Tu primer deber es ponerte la máscara y luego ayudar al resto. Nosotros nos vemos así. Lo primero es que nosotros estemos bien. No tenemos ese sentido filantrópico que nos inspira a ayudar al resto porque somos súper grandes, o porque ya tenemos mucho y por eso debemos. No tenemos ese sentimiento ni esa moralidad católica de ayudar al otro. La palabra “ayuda” inmediatamente me genera un bloqueo. Si yo trabajo para una comunidad no la ayudo ya que eso sería un proceso vertical. Nosotros buscamos un proceso horizontal con el cual todos nos podemos enriquecer, todos podemos ser felices con el proyecto al cual aportamos y todos vamos a casa buscando cómo solucionamos los problemas del proyecto. No creemos en el ideal del genio creativo, pues en la oficina no hay un yo, sino un equipo.
2. LM:
Durante la presentación de Al Borde para GSAPP, David enfatizó el interés del colectivo en redescubrir métodos de construcción tradicionales de los Andes y enmarcó esta práctica como una “transferencia” que combate la desaparición del conocimiento constructivo preeminentemente latinoamericano. ¿Se podría caracterizar la estrategia de Al Borde en relación a la implementación de estos medios y métodos de construcción como intuitiva o analítica? Si la estrategia es intuitiva: ¿cómo emerge la solución más apropiada y de sentido común para cada proyecto? Si la estrategia es analitica: ¿cómo es que Al Borde identifica la métrica de evaluación más relevante para la generación de soluciones arquitectónicas?
AB:
La estrategia de Al Borde no es ni intuitiva ni analítica. La estrategia se basa en cómo respondemos a cada situación.
¿Por qué? Si me voy 100% por lo analítico, hay muchas cosas que no puedo intuir. Y si me voy 100% por lo intuitivo, hay muchas cosas que no puedo analizar. Nosotros no respondemos a ningún canon teórico y nuestros fundamentos nunca parten de una teoría. Nosotros tampoco nos basamos 100% en un análisis de materia o de construcción, pues no existen formas de encontrar información para validar nuestro trabajo en términos de métricas. Venimos de una sociedad que nunca quiere verse a sí misma. Latinoamérica solo quiere medirse con el Norte y al medirse copia todos los fundamentos de materialidad y las técnicas de sistemas constructivos del Norte para generar su arquitectura y validarla. Me vuelve loco que aún haya tesis del doctorado que siguen buscando cómo Latinoamérica se funda en el modernismo y Le Corbusier. Me impresiona que no existe una necesidad para verse a sí mismo para validarse.
Recientemente tuve una conversación con una arquitecta a las afueras de la ciudad acerca del bambú en la región. Ella me dijo, “es impresionante como no hay una bibliografía en cuanto al uso del Bambú” y yo le respondí, “bienvenida a nuestro mundo… No existe nada.” Y eso aplica para todos los materiales y los sistemas de construcción. Si quieres construir con tierra, madera o caña, o si quieres construir con quincha o con tapial o si quieres usar sistemas mixtos, no existe conocimiento formal. Entonces el trabajo no puede ser 100% analítico. Cuando era un estudiante, yo tenía una visión acerca de la arquitectura como la cual ejerce Herzog & de Meuron o Rem Koolhaas en OMA. Pero esa metodología de pensamiento para con los de detalles constructivos es extranjera. No hay una formación verdaderamente latina. Nosotros tenemos que entrar en otra lógica cuando dibujamos un detalle constructivo, pues nuestros obreros no aprenden el oficio en una escuela o institución. Los obreros aprenden en una tradición de trabajo donde el padre le enseña al hijo. Con el tiempo nosotros nos dimos cuenta que teníamos que ir generando unos lenguajes propios, los cuales no se basan en una metodología analitica o de la teoría de construcción, para responder a esta sociedad específica.

Fotografia: Al Borde, JAG Studio
Podría decirse que Al Borde ve el proyecto desde un punto de vista de intuición. El problema es que somos cuatro los que tomamos la decisión. Los cuatro tenemos que dar el “sí” a cada paso. Eso implica que si partimos desde la intuición, va a ser muy difícil entablar una conversación entre los cuatro. En diferencia con la academia, en donde se puede elaborar un concepto puro, en la práctica nos damos cuenta que lo importante es ser rigurosos en definir a qué tenemos que responder y ser conscientes que cada línea tiene un valor y una intención. Por eso conversamos mucho con los clientes, porque nos toma tiempo definir la intención del proyecto. En leer esta información del cliente, hay un análisis muy riguroso pero también una intuición acerca de lo que hay en esas palabras. Siempre hay un mix. No somos ni robóticos ni románticos. No somos ni tan creativos ni tan funcionales. Pero sí hay una constante inquietud acerca de cómo respondemos al problema que encontramos en cada proyecto.
3.
JSM: Trabajar desde los márgenes, como sugiere el nombre de Al Borde, representa una oportunidad para desmontar la dicotomía entre lo formal y lo informal. La experiencia del colectivo y su modo de abordar los proyectos demuestra que en estos lugares no sólo hay conocimiento para construir, sino distintas formas para habitar estos espacios. ¿Cuáles son las principales lecciones que han aprendido de estas formas informales de arquitectura? ¿Hasta qué punto son replicables estas lecciones en otros contextos, con más regulaciones pero tal vez con más urgencia de construir espacios nuevos?
AB:
Nosotros no estamos tratando de entender ese mundo informal y llevarlo a la formalidad. No partimos de eso. A nosotros nos interesa responder a lo que tenemos que responder. No tenemos interés en entender cómo se llevan ciertas lecciones a otros contextos porque creo que en ese traspaso puede haber un ejercicio de superficialización de toda la información del proyecto. Yo creo que todo contexto necesita una invención específica. No creo que se pueda replicar una solución formal para el mundo informal y viceversa. Lo que si repetimos nosotros es la manera de aproximarnos al proyecto, pues es lo que nosotros entendemos como metodología de trabajo, ese proceso arduo de meternos en el mundo desde lo subjetivo y no de lo objetivo.
Si vemos el mundo desde valores objetivos, todo es exactamente igual: casas, baños, comedores, salas y cuartos. Lo subjetivo, al contrario, nos ayuda a entender como el espacio puede potencializar los métodos de trabajo de una escuela, o cómo habita una familia su casa hoy y cómo la quiere habitar en el futuro. Nosotros vemos el espacio construido como una herramienta que potencializa la vida que cada persona lleva, así que el edificio se debe adaptar a la persona y no la persona al edificio. Por eso no hemos profundizado en cómo se pueden replicar esas invenciones. No creo que las variables arquitectónicas que hemos ido encontrando sea lo que tenga que ser replicado o repetido, sino la metodología y actitud de desafío de cada proyecto.
Hacer mucho con poco (Do More with Less), Trailer
Documentary: Do more with less
An idea by: Al Borde & Kliwadenko Novas
4.
JLV: Al Borde ha manifestado que, cuando aborda un proyecto, sus primeras interrogantes son para qué y para quién. Al generar proyectos colaborativos, de ir de lo informal a lo formal en buscar de cierta forma una trascendencia del conocimiento ancestral a través del desarrollo de tecnologías constructivas, que se aprenden haciendo, al reflejar un estilo de vida en sus construcciones y tomar cada proyecto como una oportunidad para reinventarse. ¿En qué parte de todo este proceso Al Borde puede decir que se encuentra con la arquitectura, sus obras son el producto de un empoderamiento local o son un dispositivo que sirve para empoderar un lugar?
AB:
Si entendemos el lugar desde un contexto más humano, con todo lo que implica, podemos hablar de empoderar un lugar. Pero creo que me interesa más el tema del empoderamiento individual, local y personal. No buscamos empoderar a nadie pues esa es una conclusión. No tenemos una visión de superioridad que sugiera que vamos a llegar y cambiar algo, mejorar tu manera de vivir o tu forma de ser.
Más bien partimos de cómo hacemos o cómo dañamos lo menos posible: ¿Qué podemos inventar para resolver ese problema? Pero después algo pasa: como el proceso de diseño es tan intenso a nivel personal y como se conecta a cada individuo desde una familia hasta una escuela, todos los participantes se conectan y valoran mutuamente. Eso es algo súper impactante para nosotros pues vemos una carencia de valorar el trabajo del otro: que yo te pregunte a ti cómo vives, cómo quieres vivir en el futuro, cómo es tu familia, por qué es importante ahora la casa, cómo aspiras a que tus hijos crezcan, qué tipos de relaciones quieres que tus hijos establezcan en el espacio, cuál es tu sistema de ensenar que te viene mejor, qué te gustaría adaptar a la escuela y cómo tu metodología de enseñanza se puede incorporar a este lugar. Es impresionante ver lo poco que están conectadas las personas con las profesiones o los espacios con los individuos. En el momento que empiezas a preguntar cosas tan básicas y empiezas a acercarte de persona a persona sucede una transformación brutal, pues hay una visión de la arquitectura que viene de arriba y que no es para la gente común.
Toda cosa que se pueda personalizar al máximo va a tener mejores resultados y todo espacio en el que yo pueda hablar sobre lo que me gusta y la otra persona pueda construir conmigo va a generar una sensación de empoderamiento. Así como yo puedo pensar que un traje a la medida va a ser mucho mejor para mí o que un chef me preparara la comida tal como me gusta. En la arquitectura, este proceso es muy raro y distante al cliente, por la visión propia que el arquitecto tiene sobre los clientes. Al contrario, la arquitectura suele imponer ideas.
A nosotros nos encanta cómo los clientes se enamoran de los proyectos. Nos envían fotografías de cómo ocupan el espacio y comunican el sentido de pertenencia que se da en el espacio. Ese es nuestro medidor (cero científico) de que hicimos bien nuestro trabajo, pues hay algo súper natural y humano. Así sabemos que el proyecto funcionó. Da lo mismo si el proyecto no se puede explicar desde la teoría. Da lo mismo si desde la academia no se entiende cómo funciona, si tiene o no proporción áurea. Nosotros no nos evaluamos por estas medidas. Nos evaluamos en base a quien está en el espacio, moviéndose y viviendo en ese espacio.
Hacer mucho con poco (Do More with Less), Trailer
Documentary: Do more with less
An idea by: Al Borde & Kliwadenko Novas
An idea by: Al Borde & Kliwadenko Novas
Fotografia: Al Borde, JAG Studio
5. JSM:
Los proyectos de Al Borde demuestran una preocupación por los espacios comunes. Son lugares en los que las comunidades locales convergen, pues les permiten usos simultáneos y cambiantes. Mientras tanto, la planeación urbana en ciudades latinoamericanas ha incentivado durante la última década la creación de espacios mixtos, que en la práctica sólo resultan exitosos en las zonas más ricas de estas ciudades. ¿Pueden las estrategias de intervención de Al Borde trascender el ámbito de la arquitectura y adaptarse para reorientar proyectos que ataquen la segregación socioespacial en las periferias urbanas de América Latina?
AB:
Hmmm… A veces los diseñadores del espacio urbano y de la arquitectura solemos ponernos todas las culpas y soluciones sobre nuestros hombros. En realidad, no sé si la arquitectura y el urbanismo como tal son capaces de luchar contra el problema de la segregación social. Cada proyecto es posible con base en un mundo de clientes, necesidades y políticas.
Para eliminar la segregación social debe de haber una necesidad detrás del proyecto para poder generar espacios inclusivos. Además se necesitan otros elementos, como un sistema de transporte que me facilite acceso a estos espacios. Esto solo es posible si desde las políticas públicas existe una necesidad de crear buenos espacios públicos que sean accesibles. Usualmente, este tipo de espacio suele ser privado. Por más que un proyecto sea fascinante, si no existe un interés de la ciudad o el municipio en facilitar acceso para todos, es muy difícil.
Independientemente, yo también puedo empujar. Puedo acercarme al alcalde o el municipio para re-estructurar el proyecto y hacerlo más abierto. Si existe voluntad de nuestra parte, es posible que pasen ciertas cosas. Esta suele ser nuestra postura. Me parece absurdo trabajar un proyecto con tanta inversión o tanta energía para que se quede corto, especialmente cuando sabemos que hay posibilidad de trascendencia en el territorio. Pero hay que entender que no todo viene solucionado desde el diseño de la arquitectura, el cual suele ser la punta del iceberg. Abajo hay un montón de capas que son difíciles de manejar.
